Se despertó en la madrugada de un día trece. Estaba tumbado, rodeado de edificios, mirando al cielo, contemplando una vez más aquel espectáculo. Le encantaba ver cómo las estrellas paseaban a sus anchas, con una lentitud geológica, frente a sus ojos. Estiraba los brazos hacia el cielo -con las manos bien abiertas- y esperaba a que entre su mirada y el firmamento se interpusiera una estrella. En aquel momento, no dudaba un segundo en agarrarla y meterla en la caja que siempre le acompañaba.
Cuando dejaba constelaciones en aquella caja -sujetándolas con delicadeza, con las manos en forma de cuenco- podía verse cómo se derramaban el tiempo y algunas notas musicales entre sus dedos. Apresuradamente, ponía la tapa y subía corriendo a casa a guardar su nueva conquista en el cajón de las estrellas, donde se mezclaban constelaciones, nubes, caricias, palabras, la mitad de su corazón, y algún trozo de luna. Cerraba los ojos y soñaba con que ella volviera para poder derramar el contenido de aquel cajón secreto por todo su cuerpo.
Por algo le llamaban el coleccionista de constelaciones.
Mis estrellas también forman una constelación.. quieres ponerle nombre? (:
ResponderEliminar(Si me gusta, te dejo que la colecciones también)
Estrellas... me gusta mucho, sobre todo el segundo párrafo :)
ResponderEliminaryo también quiero un cajón lleno de estrellas, todas distintas, como los copos de nieve :)
ResponderEliminarA mí me llaman Octubre. Y coleccionista de momentos. Pero yo los guardo en mi cofre cardiovascular, ese que tengo en el pecho. Así si me pilla en mitad de la calle puedo recuperar cualquier momento (o estrella). No deberías guardar la mitad del corazón en una caja, los corazones necesitan estar dando tumbos dentro del pecho :)
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada de presentación por así llamarla :3 El otro día, mientras admiraba el cielo una pequeña estrella pasó delante de mis ojos. Me la guardé... ¿La compartimos? :)
ResponderEliminarTe sigo señorito coleccionista.
estrellas y un trozo de luna n_n
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